Los amantes de la lectura «liberan» un ejemplar en un lugar que revelan por la web. Otros los hallan, los leen y se arma la cadena.
No quedaron abandonados por descuido sino por intención. Pueden «aparecer» en un poste de luz, en un banco de plaza, en el colectivo o en un café. Puede ser una novela, un libro de autoayuda, de historia o de cuentos. No importa. La gracia es descubrir que un amante de la lectura lo dejó liberado para que otro lo encuentre, lo lea y lo vuelva a dejar acá o en otro país. Y todo, organizado vía internet.
El sistema, que es gratuito y surgió en 2001 en Estados Unidos, se llama «bookcrossing» y ya cuenta con 480 mil miembros en todo el mundo y más de 3 millones de libros registrados de la página www.bookcrossing.com. En la Argentina, la movida empezó tímidamente, pero está creciendo. Mientras que en 2003 apenas había 252 inscriptos, hoy la propuesta cuenta con 1.600.
De hecho, la semana paada, un joven de 18 años «liberó» en la plaza de la calle Arcos al 1200, en Belgrano, a «Las Pirámides de Egipto», de Emmanuel Barceló. «Lo dejo en uno de los bancos», anunció el usuario de este Club del Libro desde la web, con la esperanza de que fuera recogido.