Las revoluciones tecnológicas llevan consigo cambios sociales de mayor o menor importancia, dependiendo del número de personas que adoptan las herramientas innovadoras. En el caso de la llegada de los lectores de ebooks, sus efectos se empiezan a notar ya a nivel estadístico.
En los ochenta y noventa, cuando los walkman y, después, los lectores portátiles de CDs eran la única forma de escuchar música de manera individual y sin depender de una determinada ubicación específica, a muchos les extrañaba ver a gente inmersa en su mundo caminado por la ciudad mientras que, ahora, basta echar una ojeada a cualquier calle o transporte público para encontrar varias personas escuchando canciones, podcast o audiolibros desde sus reproductores mp3. La forma de consumir música a cambiado con la posibilidad de almacenar una mayor cantidad de canciones y mezclarlas a nuestro antojo. Algo parecido está pasando con el mundo de los libros; la llegada del ebook como concepto tuvo lugar en los años noventa, pero no recibió demasiada atención porque hacía falta estar frente a un monitor de ordenador para leerlos, algo que, entonces, era perjudicial para la vista y no proporcionaba una buena experiencia de lectura. Ahora, la llegada de los lectores de ebooks con pantallas y gráficos especiales, como las pantallas LCD o el e-paper, para proporcionar una lectura cómoda y relajada han cambado las reglas del juego.
Ahora podemos consumir libros en las pantallas de muchos de nuestros teléfonos móviles o, con mayor comodidad en cualquiera de los muchos lectores de ebooks que hay en el mercado, incluyendo los famosos Kindle de Amazon, Reader de Sony o iPad de Apple. La diferencia que presentan estos dispositivos frente al libro tradicional son la capacidad de llevar una biblioteca en dispositivo de reducido tamaño, además de que evitamos la tala de árboles y nos permite acceder a los contenidos de manera diferente, por ejemplo compartiendo nuestras anotaciones con otros usuarios o creando sistemas de notas coherentes con mayor facilidad que la que nos ofrecen las anotaciones a lapiz en el borde de la página.
Por supuesto estos nuevos dispositivos tienen sus desventajas, por ejemplo las derivadas de los sistemas anticopia con las que muchas editoriales de ebooks se empeñan en “proteger” sus obras, que impiden algo tan natural como prestar un libro, o el coste inicial de los lectores, que puede crear una brecha basada en nivel adquisitivo. Pero las ventajas parecen superar a las desventajas porque, según un estudio llevado a cabo por la empresa Marketing and Research Resources Inc. sobre más de 1200 propietarios de lectores de ebooks, más de la mitad -el 54%- afirma que lee lo mismo que antes y que planea leer más libros de esta manera en el futuro, mientras que un 40% afirma que ahora lee más que antes gracias a que puede llevar los libros a cualquier parte sin tener que cargar con el peso que conllevaría acarrear y a la posibilidad de leer en lugares en los que antes hubiera sido más difícil, por ejemplo en el agua -gracias a las fundas-.
Amazon declaró haber vendido 1,4 ebooks por cada libro de tapa dura en el cuatrimestre pasado,algo que ya marca la tendencia del mercado. El futuro de la lectura pasa, nos guste o no, por la pantalla del lector de ebooks, lo que no quiere decir que los libros en papel vayan a desaparecer, igual que no han desaparecido los discos de vinilo para cierto tipo de clientes.
