Vía: La Nación
Por Susana Reinoso
Los jóvenes editores que buscan su lugar en el mundo digital del libro dicen que, como producto cultural, éste ya dejó de ser resorte exclusivo de un autor y un editor, para convertirse en «una network» en la que interviene un equipo en red desde diversos puntos del planeta, hasta que el libro (todavía en soporte papel) se convierte en realidad en manos de un lector. El editor de Teseo, Octavio Kulesz, lo resume como si se tratara de una historia de ciencia ficción: un escritor que vive, por ejemplo, en Malta entrega su original a su editor en Argentina, mientras un diseñador realiza la portada de la obra en Turquía, y el corrector revisa las galeras en Chile. Así las cosas, una vez que el libro-producto está terminado, sube a Internet. Entonces aparece un lector que vive, digamos, en México y compra el libro bajo demanda, cuya solitaria copia se imprimirá en Nueva York. Por un precio accesible el lector tendrá su libro en casa antes de la cena del día siguiente.
Ese es el presente digital del libro. Ello, sin mencionar los soportes electrónicos que ya comienzan a vender aparatos sin pausa. Kindle 2, Sony Reader, E phone…son algunas de las vedettes del mercado, en el que los e-books (contenidos) superan los cinco millones de archivos vendidos, contra 500.000 Kindle y más de 18 millones E phones. Si la burbuja no se desinfla, como ocurrió hace casi una década cuando también arrastró en su caída a la mayor fusión del mercado de los medios y el show business (AOL Time Warner), en este campo casi virgen de las librerías y las editoriales digitales, todo está por hacerse. Incluido el presente real.
Las más relevantes ferias de libros en el mundo (con la de Francfort a la cabeza) dan prioridad, en sus últimas ediciones, a seminarios y talleres sobre el futuro digital del libro, destinados a editores y libreros. No obstante, el libro en papel sigue siendo preferido por sus bondades ya conocidas. Sólo que la renovación constante de la tecnología abarata los costos de producción on line y, para muchos editores jóvenes, ello significa una oportunidad en un mercado cada vez más exigente y competitivo. Uno de los inventos recientes es la Espresso Book Machine que no expende ni café espresso ni capuccino, pero es capaz de imprimir un libro bien encuadernado de 300 páginas en seis minutos. Y, además, lo vende.
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